¿A qué estamos jugando? HISTORIA DE UNA DESIGUALDAD
Columna Género y Deporte
Por Ailin Alarcón, Ayelén Vieyra, Eliana Córdoba y Ailén Alarcón
Columna N° 2: Historia de las mujeres en la actividad física
● Reconocimiento de las habilidades y capacidades Físicas de las mujeres.
● Necesidad de mayor estimulación a través de la cultura Física y Educación Física en las escuelas.
● Creación y fomento de clubes femeninos.
Por su parte, Maraval, en esta misma línea propone que:
Un siglo después ¿qué se ha transformado?
Columna Género y Deporte
Por Ailin Alarcón, Ayelén Vieyra, Eliana Córdoba y Ailén Alarcón
Columna N° 2: Historia de las mujeres en la actividad física
Si bien en la actualidad cada niñe tiene al menos una vez por semana actividad física en la escuela, participa de actividades en el CEF 5 o en algún club de Chos Malal, esto no fue siempre así, sobre todo para las mujeres.
En las primeras décadas del siglo XX la Educación Física escolar y la cultura Física en general en Argentina comienzan a ser incluidas y problematizadas en la sociedad. Las escuelas primarias y colegios nacionales incorporan a su currícula los ejercicios físicos o gimnásticos.(1)
El cuerpo y el movimiento en las mujeres comenzaron a ser problematizados por las feministas egresadas del I.N.E.F (Primer Centro de la formación de maestres y profesores de la especialidad). Se menciona a Berta Wernicke, Agustina Maraval y Ana Montalvo como referentes. La preocupación de ellas rondaba en tres ejes:
● Reconocimiento de las habilidades y capacidades Físicas de las mujeres.
● Necesidad de mayor estimulación a través de la cultura Física y Educación Física en las escuelas.
● Creación y fomento de clubes femeninos.
Las primeras feministas argentinas, de cualquiera de las corrientes a las que pertenezcan, defendieron la inclusión de la cultura Física femenina aunque la misma reforzó argumentos vinculados con una supuesta naturaleza femenina maternal, un destino social y biológico específico.
Maraval y Montalvo tuvieron una destacada participación en el Primer Congreso Femenino Internacional realizado en la argentina en 1910. Ellas plantearon el injusto y desigual acceso que tenían las mujeres a la hora de ejercitar sus cuerpos por medio de la Educación Física siendo los varones quienes poseían determinados privilegios brindados por el Estado, los Clubes y la esfera familiar. Según Montalvo, todo ello debilitaba al organismo femenino día a día por la inacción en la que se desarrollaba, se forjaba de esta manera una “lenta agonía Física de la mujer” (Montalvo: 1911). Además destacaba la libertad e independencia de las mujeres, también que la Educación Física es de vital importancia para su salud, aunque sigue resaltando el rol maternal, es decir, uno de los argumentos para dar la lucha por la inclusión y refuerzo de la actividad física para las mujeres era el fortalecimiento de los órganos de la maternidad.
Desde estos argumentos, propone que se reconozca la necesidad de implementar la Educación Física femenina en las escuelas y que se gestione la creación “oficial” de gimnasios y plazas de juegos atléticos femeninos.
Por su parte, Maraval, en esta misma línea propone que:
La Educación Física de la mujer es indispensable para obtener su independencia moral y social y es un importante factor para la evolución de su mentalidad. En tal sentido debe intensificarse la cultura Física en las escuelas y en la sociedad. Para ello deben hacerse efectivas las prácticas Físicas escolares e iniciarse a la formación de clubs de señoritas (Maraval: 1911).
Un siglo después ¿qué se ha transformado?
Podemos decir que estas luchas y discursos fueron marcando y transformando matrices sociales y prácticas dentro de la cultura física femenina en nuestro país. Hoy en día pensar en que las mujeres no accedan a la educación física en las escuelas u otros ámbitos nos parece impensado o raro, sin embargo, ahora sabemos que no siempre esto fue así. Incluso hoy, más allá de las transformaciones y terrenos ganados por las mujeres, se refuerzan desde la actividad física procesos de construcción de los cuerpos femeninos instalando un único y comercial modelo de belleza (estereotipos) para “suscitar encantos”, “gracia”, “elegancia” y “soltura en los movimientos” deseables o esperables en una mujer desde una mirada masculina heterosexual que refuerza el binarismo (solo contemplando lo femenino y masculino, dejando de lado otras identidades).
A modo de conclusión, podemos decir que la inclusión de las mujeres y la legitimidad de habitar los espacios dentro de la actividad física implicaron y aún implican luchas y resistencias.
(1) Esta columna está pensada desde la lectura del texto “Las feministas y sus “miradas” sobre la cultura física y la Educación Física “femenina” en la Argentina, primeras décadas del siglo XX” del libro “Pensando la Educación Física como área de conocimiento” (2015). Editorial Miño y Dávila.
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